Hace pocos días, más precisamente entre el 2 y 6 de junio, se reunieron en Sitges (muy cerca de Barcelona, España) los integrantes del elitista Club Bilderberg.
Cuenta entre algunos de sus miembros (apenas un centenar de los más influyentes jefes de los bancos centrales, expertos en defensa, dueños de medios de comunicación, banqueros, empresarios y líderes políticos de Estados Unidos y Europa) a David Rockefeller, Henry Kissinger -ex secretario de Estado de EEUU-, Jean Claude Trichet -presidente del Banco Central Europeo-, Jaap de Hoop Scheffer -secretario general de la OTAN-, Robert Zoellich -presidente del Banco Mundial-, Donald Rumsfeld -ex secretario de Defensa de EEUU-, Pascal Lamy -director general de la Organización Mundial del Comercio- (la lista sigue con las más altas autoridades de Coca Cola International, The New York Times, Le Figaro, British Petroleum, etc).
Este “club”, que existe desde 1954 (no acepta en sus filas a asiáticos, latinoamericanos o africanos), bien podría ser considerado -junto con la Comisión Trilateral- como el máximo lobby internacional de la elite del poder mundial, mantiene una característica para cada una de sus reuniones anuales: no hay cámaras de televisión ni grabadores, tampoco copia taquigráfica que registre lo que “allí” se dice y tal vez, por ese motivo surjan hipótesis de todo tipo respecto de su razón de ser. Algunos hasta aseguran que la “guerra de Irak” o la mismísima “Gripe A”, fueron inspiraciones -entre muchas otras- bilderbergianas destinadas a acentuar el miedo como mecanismo de control social, a la vez que reportaban cuantiosas ganancias a muchas de las corporaciones allí representadas.
Seguramente habrán analizado los principales temas económicos y políticos (del presente y del futuro) bajo un absoluto sigilo y siempre desde una perspectiva más ligada a la Corporatocracia (poder de las corporaciones) que a la Democracia. Sin duda habrán recomendado profundizar las medidas de “ajuste” en Grecia, para que el mismo solo alcance a su sociedad civil y sin que se reduzca ni un centavo de los fabulosos contratos (de miles de millones de euros) que por compra de armamentos mantiene con aquellos mismos que le prometen ayuda.
Sobre este punto resulta útil decir que Grecia, con poco más de 10 millones de habitantes cuenta con un ejército de más de 100 mil soldados y destina más del 3 % de su PBI a gastos militares, en tanto Alemania, con más de 80 millones habitantes tiene 200 mil soldados.
La gran mayoría de los allí presentes, ideólogos de una globalización que ya está pensando un mundo posnacional y que también tienen intereses en Argentina (sería un acto de inconciencia pensar que solo operan en el hemisferio norte), actúa con una lógica de dudosa efectividad para resolver los problemas de la gente, más bien podría decirse que se especializan en generar nuevos mecanismos de exclusión, amparándose en metamensajes que hacen que las personas se desesperen por conseguir aquello que justamente habrá de destruirlas.
Algo está mal en este mundo que nos toca vivir y la crisis internacional ha mostrado que este capitalismo tan brutal como salvaje y sin más ideología que el dinero, ha dejado de golpear la periferia de los debates, para instalarse definitivamente en su centro.
Debemos abandonar la concepción que nos propone ese supra poder a través de los “productores de subjetividades” tipo Bilderberg y empezar a soñar con una nueva visión más humana desde donde encarar el futuro, para que nuestra voz sea escuchada en todos los ámbitos. Ya es tiempo de dejar de ser sujetos solo de consumo para empezar a ser sujetos de opinión. Es mucho lo que está en juego.
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