por Gregorio Baremblitt
El término “Dramatización”, entendido desde un punto de vista empírico o cotidiano, desde el teatral, o desde las disciplinas constitutídas, entre ellas el Psicodrama, se presta a diversas lecturas, por lo qual se torna tan rico como confuso.
El Esquizodrama es un saber hacer y un hacer, iniciado por Gregorio Baremblitt y colaboradores en Buenos Aires (Argentina) y practicado actualmente en diversos lugares del Brasil y de Latinoamérica en general, especialmente en Fundaciones de BeloHorizonte y Uberaba , Minas Gerais.
El mismo se basa en la teoría y en la etico política del Esquizoanálisis de Gilles Deleuze y Felix Guattari.
Como es sabido el Esquizoanalisis es uno de los nombres que recibe una teoría (compuesta de conceptos, funciones y variedades) que Baremblitt denomina esquizoemas. Esa teoría es el instrumento, el resultado y el proceso de una dinámica experimental en el que participan todas las facultades: la inteligencia, el entendimiento, la intuición, la sensibilidad, la imaginación, la voluntad, la expresión etc... La citadas facultades componen y operan Máquinas, o montajes productivos, denominado Maquinas Abstractas y Máquinas Concretas (éstas últimas también llamadas Dispositivos).
El esquizoema Máquina, no debe ser pensado predominante ni exclusivamente de acuerdo con el modelo de las máquinas mecánicas, ni de las hidráulicas, ni las eólicas, ni las de vapor, ni las combustion o de explosión , ni las eléctricas ni las electrónicas. Todas ellas, y muchos otros montajes y procesos entendidos como máquinas (por ejemplo: máquinas cuánticas, máquinas estéticas o instalaciones, máquinas literarias etc) y su insólito funcionamiento son denominados por Guattari como maquinismos o como un funcionamiento maquínico, que debe distinguirse del maquinal o maquinado.
Como es sabido, el Esquizoanálisis es una “Concepción del mundo y de la vida”, denominación clásica incorrecta que empleamos apenas con fines pedagógicos, que aborda cognoscititva y pragmáticamente una división que hace de todo cuanto es en términos de Realidad y de Realteridad. La Realidad es aquello que es definido y operado por un aspecto de la filosofía, las ciencias y las artes. La realidad así entendida, corresponde a lo que Bergson encuadra en los conceptos de Real, Posible e Imposible. Pero, por otra parte el Esquizoanálisis aborda teórica y pragmáticamente la Realteridad que es un campo no directamente perceptible ni manipulable del mundo y de la vida que se corresponde con lo que también Bergson denomina lo Virtual y lo Actualizado. Se puede intentar correlacionar la Realidad, según el Esquizoanálisis, con los conceptos de Sujeto, Enunciados y Estratos en Foucault, entretanto el Diagrama y el Afuera Absoluto en Focault tiene ciera resonancia con el de Realteridad en Deleze y Guattari.
No obstante su entraordinaria diferencia ontológica, Realidad y Realteridad, son inmanentes entre si, lo cual se puede enunciar, apenas ilustratrativamente diciendo que son intrínsecas, inherentes, ínsitas una en la otra. Sin embargo, la Realidad es extensiva, temporal y funciona según una causalidad determinística, entretanto la Realteridad es intemporal (aiónica) espacialmente lisa y funciona al acaso, aleatoriamente.
El Esquizoanálisis no se interesa por el Ser, en el sentido clásico de la Filosofía de Representación, de la Identidad del Ser consigo mismo y de la forma de igualdades, similitudes, analogías, isomorfismos y oposiciones con los que el Ser se representa en los entes y puede ser descifrado en ellos. El Esquizoanálisis no se interesa por la esencia identitaria del Ser, sino por el Ser de las diferencias, el devenir y el acontecer que componen al Ser en su metamorfosis continuada. Se interesa por la Diferencias en la medida en que el ser de las Diferencias es la propia Producción de lo nuevo absoluto y revolucionario. La idea de Producción Abstracta esta tomada de Marx, y no se refiere exclusivamente al trabajo humano ni automático. Como ese proceso también tiene ciertas características parecidas a las propuestas por Freud para el llamado Proceso Primario del Inconciente psíquico (en él no existe falta, ni carencia, ni privación, ni espacios extensos, ni tiempos cronológicos, ni castración, ni contradición, ni orden etc) el Esquizoanálisis ha recogido la formulacióin freudiana y le llama al funcionamiento de la Realteridad Proceso Productivo Deseante, por referencia al Deseo postulado por el Psicoanálisis. La produccion Deseante es la esencia de la Realteridad, y se expresa en la Realidad por medio un procedimiento que genera efectos y resultados en todo y cualquier dominio o ámbito de la Realidad es decir, natural, social (económico, político, cultural) subjetivo, semiótico y maquínico. Estos efectos y resultados no son ni normales ni patológicos, ni convencionales, ni relativamente novedosos, ellos son radicalmente inventivos y revolucionarios, metamorfósicos.
Mas para el Esquizoanálisis, la Realidad en cada uno de sus campos y en todos ellos, está modulada y dominada por una entidad a la que denomina Cuerpo Lleno ( diverso en cada época y en cada civilización) que preside toda una cantidad de resistencias que la Realidad presenta a las mutaciones con las que la Realteridad la acosa incesantemente. La Realidad es el espacio de la repetición, del orden, de la reproducción y de la antiproducción. La Realidad se opone a las diferencias, devenires y acontecimientos, con los que la Realteridad la “bombrdea” sin pausa. Para oponerse a la Realteridad, la Realidad emplea operaciones tales como: destruir los emergentes de la Realteridad in estatus nascendi, es decir, hacerlas caer en un agujero negro en el momento en que surgen, tambien puede reprimirlas, o acelerarlas al infinito exigiéndoles una productividad que no es de su naturaleza (por ejemplo tornándolas mercaderías con fines de lucro).
Teniéndo en cuenta este breve repaso de algunos de los esquizoemas (existen muchos otros en los mas de cuarenta volúmenes de la obra de Deleuze y Guattari, sus artículos entrevistas etc. estamos en condiciónes de enunciar lo que el Esquizoanalisis denomina sus “tareas principales”. Estas son negativas y positivas.
Las negativas pueden resumirse como una interminable cantidad de recursos teóricos y pragmáticos destinados a descomponer, a desarmar las entidades, procesos y recursos con los que la Realidad se empeña en destruir, neutralizar o aprovecharse de la Realteridad y sus potencias; son tareas prevalentemente de crítica y de lucha
La tareas positivas consisten en el funcionamiento del Proceso Productivo Deseante y sus infinitos e incesante productos-efectos de novedad absoluta, metamorfosis, invención y revolución a nivel de todos los ámbitos y componentes de Realidad.
Es importante aclarar que, para el Esquizoanálisis, la teoría o el pensamiento, solo tienen importancia según lo que se hace con ellos, por eso tambien el esquizoanálisis recibe, entre varios nombres, el de Pragmática Universal, es decir, destinada radicalmente a la producción deseante, a la invención de devenires y de sentido, es decir a deflagrar constantemente eventos, insólitos y desconocidos. Pero esos eventos, a pesar de que en muchas oportunidades no se consiga circunstancialmente entender para que sirven, están todos encaminados a la generación de nuevas formas de libertad, de solidariedad, de justicia y, en un sentido amplio de Nueva Vida.
No obstante algunas obras de Deleuze y Guattari parezcan afirmar lo contrario, el Esquizoanálisis no tiene lo que se podría llamar un Método o una Técnica que le sean propios. El Esquizoanalisis es, en ese aspecto, un enorme conjunto de esquizoemas que sirven para ser empleados o reinventados por quienes los emplean según los casos, circunstancias, momentos etc. De esa manera y simplificando, cabe decir que el Esquizoanálisis propone la invención continua de modos de aplicación de los esquizoemas para producir valores gnoselógicos, estéticos, éticos corpóreos e incorpóreos, siendo que, como el Esquizoanálisis postula que la Realteridad es escencialmente caótica o semi-caótica (caosmica), las determinaciones, razones o Ideas, fuerzas y materialidades, que van a componenrse en las producciones deseantes funcionan predominantemente al acaso, de modo que los eventuales protagonistas de un ensayo esquizoanalítico deben inventar métodos y técnicas, es decir praxis, que sepan convocar y activar al acaso propiciando su efectuación en efectuaciones productivo deseante revolucionarias.
En varios textos de la obra esquizoanlítica, se postula que el “mecanismo” según el cual la Realteridad virtual se actualiza o se “realiza” es el llamado de expresión. En otros textos, se emplea el esquizoema Dramatización.
A pesar e que existe una ertículo de Deleuze que se denomina nada más ni nada menos que “ El Método de la Dramatización”, el sentido en que nosotros usamos Dramatización es un tanto diferente, y se apoya en otros momentos de la Obra esquizoanalítica.
Para nosotros. Especialmente a nivel de la producción de subjetivación
(“individual o colectiva”) el procedimiento de Dramatización consiste em uma larga serie abierta de Klínicas, es decir escenificaciones, que hemos inventado en el curso de casi tres décadas de prática de lo que denominamos Esquizodrama y que tienen por finalidad realizar las tareas negativas y positivas que el Esquizoanálisis requiere, en distintos ámbitos de la vida social, semiótica, cutural, subjetiva y por lo tanto, y por conexión transversal, también biológica, económica política etc.
Como es sabido, para el Esquizoanálisis el llamado “sujeto” , tanto entendido como lo hace el sentido común y la vida cotidiana, así como lo entienden diversas disciplinas psicológicas, antropológicas, sociológicas etc. y más especialmente el Psicoanálisis, no es una unidad de análisis y de intervención relevante ni prioritaria. Para el Esquizoanálisis el sujeto es un pieza móvil, un engranaje cambiante de un conjunto Maquina Abstracta, Maquina Concreta o Dispositivo. Una de las vertientes de uno de esos complejos que tenga que ver con el empleo de una facultad tal como la sensibilidad, el deseo etc, producirá la función que necesita y la modalidad de sujeto o de sujetos que la protagonizan. En eso consiste la produción de subjetivación, uno de cuyos instrumentos y al mismo tiempo productos, es un sujeto. Es claro que según las proporciones y configuraciones según se monte un compejo como el anteriormente citado, su Máquina Concreta puede ser un Equipamiento de poder alienante o un Dispositivo Productivo, deseante revolucionario. Así la producción del componente subjetivo, será una subjetividad y sujetos alienados en el Equipamiento y una Subjetivación libre en los dispositivos. Esa distinción se percibe, un poco más empíricamente, en la distinción que Guattari hace entre los Grupos Sujetados, que se someten y sirven a la realidad reproductiva y antiproductiva, y los grupos Sujetos que son capaces de producirse y producir dándose sus propias leyes y cumpliendo una misión metamorfósica revolucionaria. Para el Esquizoanálisis la “tomada de conciencia” como función clarificante no tiene demasiada importancia para el funcionamiento de una producción de subjetivación libre. Lo que importa es mas bien la inspiración, la Capacidad de valerse del acaso, la potencia de juntar elementos y procesos que parecen no tener nada que ver entre si pero que acaban siendo parte de procesos y maquinaciones que desmontan e inventan.
Por otra parte es preciso al menos mencionar, que para el Esquizoanálisis el Inconciente, no es apenas un espacio y un sistema de la subjetividad específico y objeto de conocimiento y abordaje técnico propio de una disciplina y de una profesión. El Inconciente no está constituído ni por estructruras, nio por represntaciones, ni por significantes, ni por la combinación de órdenes y registros invariantes. El Inconciente es una proción imperceptible, impensada, del funcionamiento de las producciones de subjetividad y subjetivación de las Máquinas Abstractas y Concretas. El Inconciente se produce en el mismo acto de desmontaje o de montaje de un equipamiento o de un dispositivo. Siempre tenemos uno, pero justamente el mismo no precisa ser descifrado, sino destruído y substituído según procedimientos y resultando en efectos en los que la metestabilidad de las situaciones, el acaso y lo aleatorio tienen una parte muy importante y se aproximam mucho mas a guiarse por un paradigma estético que por uno científico.
Nosotros entendemos por Dramatización a un procedimiento, compuesto por numerosas maniobras, que puede ser continuamente reinventadas o circunstancialmente inventadas, que usa recursos tetrales pero también, música, pintura, danza, actividades en la realidad concreta, masajes, luchas corporales o puede realizarse durante actividades reales propias de diferentes usuarios. etc etc y que compone nuestra modalidad prevalente de análisis e intervención en el desmontaje de subjetividades alienadas , y en la invención de subjetivaciopnes libertarias. Desde otro punto de vista, diremos que la esquizodramatización consiste para nosotros, en una serie de recursos que llamamos Klinicas (proveniente de Klinamen, Desvío Creativo, y no de clinos, participación pasiva en posición horizontal en los procedimientos médicos o terapéuticos en general). Nuestras klinicas esquizodramáticas están destinadas a propiciar el devenir (encuentro entre cuerpos que general nuevas corporeidades) y el acontecer (produción de nuevos incorporales-sentidos). Estas dos creaciones de los nuevos cuerpos y los nuevos sentido . coexisten en presuposición recíproca y constituyen un evento, inventivo , deseante, revolucionario, que es a la vez pedagógico, político revolucionario, subjetivo, sexual, industrial, artístico etc.
Es de la mayor importancia destacar que para nosotros , uno de los principales requisitos para efectivar una Klinica esquizodramática, consiste en la “disolución” instrumental de las identidades de los participantes concretos, especialmente la suspención de su yo y de todas las funciones, papeles o roles que lo definen y sitúan en su vida cotidiana. Por otra parte, es importantes eclipsar la importancia que tiene para los participantes la racionalidad kantiene, hegeliana occidental asi como la utilitaria o la cientificista, tanto como los modos de relacionalidad en la que apoya su vivencia y nocion de si mismo y de los otros. Es preciso que desmonte los discursos que fundan su lugar y naturaleza, así como la creencia en las identidades estructurales inconcientes, en la hegemonía de su trazos fisiognómicos, en su adhesión a los mitos y ritos propios de la formación de soberanía en la que vive, así como en su adhesión a mitos científicos como el Edipo, la castración, la ley Paterna, al mismo nivel que su adhesion al Estado, el Capital, la Democracia burguesa representativa, la propiedad privada etc. La dramatización propiciará que el sujeto alienado se disuelva en multiplicidades (universos constituidos no por elementos Uno ni muchos de Uno, totalizables y mas o menos fijos). El ex _ sujeto se constituirá en la multiplicidad como una singularidad inédita, que se conectará con infinitas otras, abslutamente heterogéneas para el montaje y el funcionamiento de Maquinas Abstractas y Concretas, devenires y aconteceres, transmutaciones e revoluciones, producciones, entre otras, de subjetivaciones libertarias, revolucionarias e inventivas. El móvil principal de nuestro trabajo es sin duda, la llamada “ busca de felicidad”, nuestra y de los participantes. Pero los afectos del tipo del placer, asi como los del llamado gozo, las angustias y miedos, tanto como las resignaciones y las supuestas decisiones de “no renunciar a sus deseos”, generalmente funcionan como obstáculos. De la misma manera que las posiciones “ausentes” de los esquizodramatistas, o sus intervenciones interpretativas favorecen el “regreso de la subjetividad” y perturban el proceso de impersonalización y de conexiones insólitas de objetos hetrogéneos y parciales, la transversalidad que sale de las identidades concientes o de las cadenas significantes asi como de las diferencias convencionales del tipo: soy hombre o soy mujer? estoy vivo o estoy muerto?, soy padre o soy hijo? El Esquizodrama propugna la adquisición de n
(infinitos sexos), la apropiación de n (infinitos ) nombres de la historia y no apenas nuestro nombre del registro civil o “la metáfora paterna o nombre del Padre”. El Esquizodrama, en la medida en que sostiene que la Pulsión de Muerte es una producción histórica que corresponde al grado de reproducción y antiproducción de un momento de la relación entre Realidad y Realteridad, trabaja para funcionar en un nivel de Realteridad en el que la Pulsión de Muerte, el Deseo como “sin objeto”, la relación sexual, o toda relación, es imposible, la hegemonía imaginaria o simbólica del Falo y de los sistemas significantes, la exigencia estructurantes de la castración simbólica, la existencia de La Cosa, el Vacío y la Nada son apenas creencias de las produciones de subjetividades alienadas. Todo eso constituye la subjetividad normal o patológica y no las infinitas subjetivaciones virtuales actualizables.
Como podrá apreciarse, ciertas nociones como “ caretas”, “ espontaneidad”, “improvisación”, división del ego en monólogos consigo mismo, repartición de aspectos figurativos del ego en yos “auxiliares”, relaciones entre sujetos y objetos totales, crítica y afirmación de identidades habituales etc etc son términos de enorme afinidad con el Esquizodrama, pero permanecen en un campo convencional de la Realidad y en una producción empírica o disciplinaria de subjetividad que les limita su potencia.
No tendremos en ésta presentación oportunidad de describir y de fundamentar esquizoanalíticamente nuestras Klinicas esquizodramáticas. Pero nos limitaremos a decir que hay algunas de ellas que, por ser afines a las principales operaciones de la Realteridad, si bien no son ni únicas ni principales (cualquiera de nuestras klinicas persigue objetivos similares), son especialmente ilustrativas. La Klinica de la Diferencia-Repeticion, apunta a poner en marcha uno de los principales esquizoemas que caracterizan la relación entre la Realidad y la Realteridad, y la importancia inestimable del predominio de la Diferencia. La Klinica del Devenir-Acontecer, es importantísima por ilustrar y efectivar los mecanismos escenciales para la producion deseante. Sea devenir acontecer animal, uno de los infinitos sexos, singularidades no humanas, la condicion de tornarse imperceptible, otras razas, etc. son algunos de sus principales efectos. La Klinica del Orden Desorden o del Caos, Caosmos, Cosmos, es de enorme valor para poder vivenciar, pensar y aprender a emplear, las potencias cuestionadoras e inventivas de cada uno de los citados dominios, espacios y superficies. Pero es de la pericia del esquizodramatista escoger entre un gran espectro de Klinicas o inventar las propias.
Concluyamos diciendo que el Esquizoanalisis y el Esquizodrama no constituyen, ni una especifidad académica, ni una profesión reconocida por los oreganismos de estado o laborales. Pude tornars esquizoanalista, y esquizodramatista en especial, todo aquel que entienda los esquizoemas que exponen sus principios y funcionamiento y, haya vivrnciado klinicas y esté dispuesto a inver las suyas. Frecuentar nuestros Cursos sobre Esquizodrama, y participar de nuestros laboratorios y otros eventos Klinicos, creemos que ayuda a quien decide devenir esquizodramatista en cualquier circunstancia y practica: de atencion a la salud, de educación, de militancia política, de creación artística, de gestion de grupos y colectivos, de consultorías diversas etc.
No obstante queremos que quede clarísimo que el Esquizodrama no es propiedad intelectual de nadie, que su aprendizaje puede hacerse de infinitas maneras y aún por cuenta propia, y que la relación de los esquizodramatistas con nosotros y entre si, aspira a ser un vínculo de amigos, colaboradores y compañeros de militancia y no implica ningún tipo de evaluación, consagración ni submisión a supuestas autoridades en la materia.
Seminario,arte, micropolíticas,subjetividad, chamuyos
- arte (5)
- chamuyos (1)
- MIcropoliticas (13)
- Producción de subjetividad (10)
- SEMINARIO (1)
Tragedia post-moderna
En última instancia lo que amamos es nuestro deseo, no lo deseado.
Friedrich Wilhelm Nietzsche, Más allá del bien y del mal
Si pensamos que el deseo es un cúmulo de pulsiones, una fuerza que avanza, que quiere conexiones, más conexiones y más… Quizá podamos asumir que el deseo no involucra ninguna falta sino que es flujo e intensidad, mueve, tiende a la creación, vitaliza. Asimismo, tal vez, podamos diferenciar, al menos analíticamente, entre una efectuación vigorizante y creativa del deseo de otra nociva y destructiva para el cuerpo. Es decir, discernir entre: un deseo esclavo en tanto que deseo de otro (cierto desplazamiento del objeto del deseo dentro una red intersubjetiva) o, lo que es lo mismo, el deseo de pertenecer a dicha red; de otro deseo activo y efectivo que lleva a querer estar-ahí, a componer con otros. Cada lazo social es sui generis, único e irrepetible; cada deseo tiene múltiples motores. Y, a la vez, cada vínculo se inscribe dentro de alguna red y se transforma, relacionándose con otros. Quizá existe algún tipo de lógica propia de algunas redes que nos sobrepasa e impone su mandato en mayor o menor grado. Tal vez la angustia nace justamente cuando, al participar de redes perversas, tomamos una cosa por otra: al deseo esclavo como si fuera activo.
Si en última instancia lo que vitaliza, entonces, es amar el deseo activo, querer querer, porque no querer es someterse a la insensibilidad y a la inacción, ¿por qué no podemos ir un poco más lejos y llevar a cabo una orgía genital y espiritual con la neurosis en el subsuelo? Todos aquellos que no somos ni tan cristianos, ni tan heterosexuales, ni tan conservadores, ¿podemos transformar los juegos enfermos y decadentes, que abundan por doquier, en juegos virtuosos, vitales y móviles?
Si admitimos que existe otra fuerza que circunscribe el deseo, que lo acota. Si aceptamos que la Falta, la Cultura, la Ley es la reducción y la abolición del deseo: no sólo en su fórmula general, colectiva (las normas sociales) sino también en su acepción personal, particular (interiorizada). Asumamos entonces que hay tanto clichés colectivos como personales. Y si asumimos que no podemos vivir sin establecer y respetar ciertos límites, ciertas reglas, entonces tenemos que considerar que esta fuerza opera en y a través de los cuerpos y que, para ir más lejos, es necesaria para vivir (con otros).
En la posmodernidad este vaivén, quizá eterno, entre Deseo y Ley se transforma, al menos, en un punto. La máxima (supuestamente exterior a la moral) del "todo vale, todo está permitido" pasa a ocupar la primera plana. El cuidado por el otro y por uno mismo se ve desplazado al mismo sector que la prudencia vital, aquella previa a cada acción que aumente realmente la potencia. En un supuesto mundo sin límites, donde debería fluir el deseo liberado, estaríamos más cerca de las pasiones alegres. Pero, ¿por qué sospechamos que esto no se corrobora? ¿Por qué percibimos en el aire contemporáneo una mezcla de hipocresía y vanidad? Sabemos que las fuerzas morales no han desaparecido. Sabemos que se han transfigurado adoptando distintas expresiones que, en última instancia, responden a un mismo patrón: al capitalismo como religión laica universal.
Si hoy, más que antes, sabemos que el camino moral, occidental, cristiano, monogámico, heterosexual, es decir, el de los límites trascendentes no es el que elegimos. Si sabemos que este camino, para jugar un poco más fuerte, no es fructífero: porque, lejos de acercarnos, nos aleja de las pulsiones vitales y de las pasiones alegres. Si sabemos que la fascinación que puede producir un mundo sin límites es también, en última instancia, trascendente. Si sentimos que el mundo posmoderno es un mundo desatado pero no libre ni liberado porque la única libertad que reina es la libertad fascistoide, la del mercado; podemos asumir que este mundo nos hace caer en una fascinación hipócrita e ingenua.
Entonces, si aceptamos todo esto, ¿qué camino nos queda? ¿Cómo resolvemos la irreconciliable lucha de estas fuerzas en pugna aquellos que no optamos ni por el camino posmoderno ni por el moral? ¿Cómo soportar vital y prudentemente esta tensión entre Deseo y Ley? ¿Cómo fugarnos sin escaparnos ni aislarnos desesperadamente? En fin: ¿es la tragedia posmoderna inevitable? ¿Son estos los únicos mundos (con sus ínfimas e infinitas variantes que son, al fin y al cabo, iguales) los que podemos crear?
Es difícil dar una respuesta: el juego moral ofrece tranquilidad, confort, buena alimentación y mente sin mayores sobresaltos (gracias, entre otras cosas, a la masiva prescripción de psicofármacos); el juego posmoderno fascina y atrapa desde experiencias que se pretenden rebeldes, reveladores y, supuestamente, libres y libertarias. Se me ocurre una alternativa que no constituye ninguna novedad: es el camino ético. Aceptando que nadie es competente para mí, en cada situación, cada uno debe proponer sus propios límites y reglas y crear sus propios enunciados siempre con otros, constituyendo cierto individualismo altruista. El problema no son los límites o las reglas en sí mismas sino su carácter apriorístico. La disciplina exterior (aunque interiorizada) nunca puede terminar de acotar ni de reducir las fuerzas deseantes que emanan sin cesar. El deseo activo siempre va a constituir un plus, y está en la fortaleza de cada uno poder encausarlo. ¿Podemos, así, rechazar la trascendencia, los grandes relatos, las verdades últimas? La segunda alternativa, que insiste hoy con mayor frecuencia, es descartable por un motivo similar: la supuesta ausencia de reglas es en última instancia una regla a priori, falsamente rebelde y sumamente peligrosa. Los cuerpos se definen por lo que pueden, en cada situación, no por lo que son; no por su esencia última, inalterable, sino por su potencia cuantitativamente cambiante. Es imposible dilucidar lo que un cuerpo puede hasta que está ahí, con los otros, en relación, en situación. Por esto las altas dosis, los excesos descerebrados, que hacen saltar umbrales de intensidad de un modo muy brusco constituyen shocks que alteran demasiado rápido lo fisiológico y la subjetividad. Intentos que muchas veces se pretenden como experiencias vitales, renovadoras, se terminan acercando más a la desesperación absoluta o, inclusive, a la muerte física y/o espiritual. Aunque sea casi imposible es fundamental no confundir, ni mental ni corporalmente, euforia con intensidad, y distinguir manía de vitalidad.
En el estado actual de las cosas (y de las palabras), el juego posmoderno da cuenta de una endogamia que agobia y asfixia. Lejos de conseguir la liberación del deseo de las ataduras morales, llegamos a una prisión que tal vez no adquiere su forma clásica, pero sí es sumamente efectiva. Giramos circularmente en torno a pensamientos que no llevan a ninguna parte, reflexiones de las reflexiones, palabras gastadas y canciones repetidas. Jugamos papeles ya establecidos, sujetos paranoicos, histéricos, insomnes; cuando lo que, en realidad, queremos es crear actores nuevos que construyan y vivan, siempre con otros, situaciones inéditas, que expresen parlamentos propios, únicos, diferentes.
Entonces, de nuevo, ¿cómo escapar de la Tragedia Posmoderna? Quizá una de las salidas sea justamente no seguir reflexionando sobre el juego mismo sino tratar de olvidarlo (activamente): abrirlo, hacerle tajos. Hay muchos mundos afuera: todos por construir. Cerrándonos de esa forma sólo fabricamos nuestras propias cárceles. Romper esta oscilación implica nuevas posibilidades de apertura y de cambio: una exogamia, digámoslo así, estrictamente política.
La vida ética es un camino de (y para) espíritus libres y fuertes. Que construyen verdades útiles estableciendo una pragmática situacional. Que luchan contra los clichés individuales y colectivos. Que componen con otros sin perderse en el individualismo egoísta ni en el religioso colectivismo. Que buscan atravesar umbrales de intensidad sin perderse en la fascinación que provoca la euforia. Que pintan los matices de una vida sin usar el frágil recurso del contraste. Angustia por momentos sentirse sumergido en un desierto demasiado movedizo y cambiante. Pero puede tranquilizarnos intuir que es justamente allí donde podemos extraer toda su fortaleza.-
Guido Bonano
Friedrich Wilhelm Nietzsche, Más allá del bien y del mal
Si pensamos que el deseo es un cúmulo de pulsiones, una fuerza que avanza, que quiere conexiones, más conexiones y más… Quizá podamos asumir que el deseo no involucra ninguna falta sino que es flujo e intensidad, mueve, tiende a la creación, vitaliza. Asimismo, tal vez, podamos diferenciar, al menos analíticamente, entre una efectuación vigorizante y creativa del deseo de otra nociva y destructiva para el cuerpo. Es decir, discernir entre: un deseo esclavo en tanto que deseo de otro (cierto desplazamiento del objeto del deseo dentro una red intersubjetiva) o, lo que es lo mismo, el deseo de pertenecer a dicha red; de otro deseo activo y efectivo que lleva a querer estar-ahí, a componer con otros. Cada lazo social es sui generis, único e irrepetible; cada deseo tiene múltiples motores. Y, a la vez, cada vínculo se inscribe dentro de alguna red y se transforma, relacionándose con otros. Quizá existe algún tipo de lógica propia de algunas redes que nos sobrepasa e impone su mandato en mayor o menor grado. Tal vez la angustia nace justamente cuando, al participar de redes perversas, tomamos una cosa por otra: al deseo esclavo como si fuera activo.
Si en última instancia lo que vitaliza, entonces, es amar el deseo activo, querer querer, porque no querer es someterse a la insensibilidad y a la inacción, ¿por qué no podemos ir un poco más lejos y llevar a cabo una orgía genital y espiritual con la neurosis en el subsuelo? Todos aquellos que no somos ni tan cristianos, ni tan heterosexuales, ni tan conservadores, ¿podemos transformar los juegos enfermos y decadentes, que abundan por doquier, en juegos virtuosos, vitales y móviles?
Si admitimos que existe otra fuerza que circunscribe el deseo, que lo acota. Si aceptamos que la Falta, la Cultura, la Ley es la reducción y la abolición del deseo: no sólo en su fórmula general, colectiva (las normas sociales) sino también en su acepción personal, particular (interiorizada). Asumamos entonces que hay tanto clichés colectivos como personales. Y si asumimos que no podemos vivir sin establecer y respetar ciertos límites, ciertas reglas, entonces tenemos que considerar que esta fuerza opera en y a través de los cuerpos y que, para ir más lejos, es necesaria para vivir (con otros).
En la posmodernidad este vaivén, quizá eterno, entre Deseo y Ley se transforma, al menos, en un punto. La máxima (supuestamente exterior a la moral) del "todo vale, todo está permitido" pasa a ocupar la primera plana. El cuidado por el otro y por uno mismo se ve desplazado al mismo sector que la prudencia vital, aquella previa a cada acción que aumente realmente la potencia. En un supuesto mundo sin límites, donde debería fluir el deseo liberado, estaríamos más cerca de las pasiones alegres. Pero, ¿por qué sospechamos que esto no se corrobora? ¿Por qué percibimos en el aire contemporáneo una mezcla de hipocresía y vanidad? Sabemos que las fuerzas morales no han desaparecido. Sabemos que se han transfigurado adoptando distintas expresiones que, en última instancia, responden a un mismo patrón: al capitalismo como religión laica universal.
Si hoy, más que antes, sabemos que el camino moral, occidental, cristiano, monogámico, heterosexual, es decir, el de los límites trascendentes no es el que elegimos. Si sabemos que este camino, para jugar un poco más fuerte, no es fructífero: porque, lejos de acercarnos, nos aleja de las pulsiones vitales y de las pasiones alegres. Si sabemos que la fascinación que puede producir un mundo sin límites es también, en última instancia, trascendente. Si sentimos que el mundo posmoderno es un mundo desatado pero no libre ni liberado porque la única libertad que reina es la libertad fascistoide, la del mercado; podemos asumir que este mundo nos hace caer en una fascinación hipócrita e ingenua.
Entonces, si aceptamos todo esto, ¿qué camino nos queda? ¿Cómo resolvemos la irreconciliable lucha de estas fuerzas en pugna aquellos que no optamos ni por el camino posmoderno ni por el moral? ¿Cómo soportar vital y prudentemente esta tensión entre Deseo y Ley? ¿Cómo fugarnos sin escaparnos ni aislarnos desesperadamente? En fin: ¿es la tragedia posmoderna inevitable? ¿Son estos los únicos mundos (con sus ínfimas e infinitas variantes que son, al fin y al cabo, iguales) los que podemos crear?
Es difícil dar una respuesta: el juego moral ofrece tranquilidad, confort, buena alimentación y mente sin mayores sobresaltos (gracias, entre otras cosas, a la masiva prescripción de psicofármacos); el juego posmoderno fascina y atrapa desde experiencias que se pretenden rebeldes, reveladores y, supuestamente, libres y libertarias. Se me ocurre una alternativa que no constituye ninguna novedad: es el camino ético. Aceptando que nadie es competente para mí, en cada situación, cada uno debe proponer sus propios límites y reglas y crear sus propios enunciados siempre con otros, constituyendo cierto individualismo altruista. El problema no son los límites o las reglas en sí mismas sino su carácter apriorístico. La disciplina exterior (aunque interiorizada) nunca puede terminar de acotar ni de reducir las fuerzas deseantes que emanan sin cesar. El deseo activo siempre va a constituir un plus, y está en la fortaleza de cada uno poder encausarlo. ¿Podemos, así, rechazar la trascendencia, los grandes relatos, las verdades últimas? La segunda alternativa, que insiste hoy con mayor frecuencia, es descartable por un motivo similar: la supuesta ausencia de reglas es en última instancia una regla a priori, falsamente rebelde y sumamente peligrosa. Los cuerpos se definen por lo que pueden, en cada situación, no por lo que son; no por su esencia última, inalterable, sino por su potencia cuantitativamente cambiante. Es imposible dilucidar lo que un cuerpo puede hasta que está ahí, con los otros, en relación, en situación. Por esto las altas dosis, los excesos descerebrados, que hacen saltar umbrales de intensidad de un modo muy brusco constituyen shocks que alteran demasiado rápido lo fisiológico y la subjetividad. Intentos que muchas veces se pretenden como experiencias vitales, renovadoras, se terminan acercando más a la desesperación absoluta o, inclusive, a la muerte física y/o espiritual. Aunque sea casi imposible es fundamental no confundir, ni mental ni corporalmente, euforia con intensidad, y distinguir manía de vitalidad.
En el estado actual de las cosas (y de las palabras), el juego posmoderno da cuenta de una endogamia que agobia y asfixia. Lejos de conseguir la liberación del deseo de las ataduras morales, llegamos a una prisión que tal vez no adquiere su forma clásica, pero sí es sumamente efectiva. Giramos circularmente en torno a pensamientos que no llevan a ninguna parte, reflexiones de las reflexiones, palabras gastadas y canciones repetidas. Jugamos papeles ya establecidos, sujetos paranoicos, histéricos, insomnes; cuando lo que, en realidad, queremos es crear actores nuevos que construyan y vivan, siempre con otros, situaciones inéditas, que expresen parlamentos propios, únicos, diferentes.
Entonces, de nuevo, ¿cómo escapar de la Tragedia Posmoderna? Quizá una de las salidas sea justamente no seguir reflexionando sobre el juego mismo sino tratar de olvidarlo (activamente): abrirlo, hacerle tajos. Hay muchos mundos afuera: todos por construir. Cerrándonos de esa forma sólo fabricamos nuestras propias cárceles. Romper esta oscilación implica nuevas posibilidades de apertura y de cambio: una exogamia, digámoslo así, estrictamente política.
La vida ética es un camino de (y para) espíritus libres y fuertes. Que construyen verdades útiles estableciendo una pragmática situacional. Que luchan contra los clichés individuales y colectivos. Que componen con otros sin perderse en el individualismo egoísta ni en el religioso colectivismo. Que buscan atravesar umbrales de intensidad sin perderse en la fascinación que provoca la euforia. Que pintan los matices de una vida sin usar el frágil recurso del contraste. Angustia por momentos sentirse sumergido en un desierto demasiado movedizo y cambiante. Pero puede tranquilizarnos intuir que es justamente allí donde podemos extraer toda su fortaleza.-
Guido Bonano
Suscribirse a:
Entradas (Atom)